Me distraigo fácilmente
Así es la mente, procesa muchísima información y con ello proyecta millones de posibilidades con el objetivo de que nuestro mundo tenga sentido y significado. Esa es su naturaleza y está bien que así sea. El problema es la tendencia a perdernos en este mundo de ideas como si fueran verdades absolutas, sin tomar conciencia de cómo nos afecta, ni poder discernir al respecto.
No es el objetivo de esta práctica el dejar la mente quieta ni en blanco. La mayor parte del tiempo comenzamos practicando bajo la idea de que vamos a focalizar nuestra atención en algo, pero al darnos cuenta de que esto no resulta, millones de juicios, críticas y comentarios se apoderan de nuestra atención. De esta forma aumenta nuestra distracción, y se genera un estado de tensión y resistencia que hace que rápidamente abandonemos la práctica, frustrados por la experiencia. Si este es el caso, lo primero que debemos hacer es abandonar cualquier expectativa, intención o imagen de lo que nos gustaría lograr y simplemente dejamos que la atención se mueva. Pero a diferencia de la mayor parte del tiempo en la que solemos abandonarnos y perdernos en este desfiladero de ideas y pensamientos, nos limitamos a acompañar estos movimientos con atención y curiosidad.
Sin juicio alguno observamos esta mente que vuela como el viento, así como su tendencia a generar juicios, críticas y comentarios a propósito de las sensaciones que vamos experimentando.
